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Diario


17/4/2012-Martes
(Punto de vista de Héctor)

Salí de casa; tarde, para variar; y por supuesto Elena ya había estado esperándome algo más de 5 minutos en el coche con su padre. Nada más llegar al bar donde quedamos todos los sábados (el mismo en el que tenía pensado estar el próximo sábado con Diego), veo el coche en el que habíamos visto infinidad de veces irse a Dieguichu y a Dani del instituto. Por supuesto, nada más ver entrar a Diego el primer día en ese coche me aprendí la matrícula.

–Vaya....Diego a llegado muy pronto hoy, ¿no?
–Emm...Héctor... ese es el coche de Manzanal... no el de Diego...
–¡¿Y me he aprendido la matrícula del coche de la madre de Manzanal creyendo que era el de la de Diego?!
–Digamos que... Sí, lo has hecho
–...

Llegamos al instituto, Elena se para antes en su clase para dejar su mochila, y me acompaña hasta la mía. No me atrevo a mirar en la clase de Dieguichu para saber si ya había llegado. Ya le habe mareado bastante. Y no va a volver a salir al pasillo en los cambios de clase. Él se pasaba los 5 minutos mirando a la puerta de su clase... esperando a que entrase a mi aula y le dejase vivir en paz... “No vengas más en los cambios de clase, Ele; se acabó la gilipollez del salir al pasillo para verle”, le digo a Elena. Creo que no me oye, o simplemente no me quiere escuchar. Va a hacer lo que le viniera en gana, para variar. Pero es mi mejor amiga. Me había aguantado con todas las depresiones. Con Raúl, con Marcos con Dani, con Álvaro R. ...Y como no, nada más terminar la clase, aparece Elena en la puerta de clase. La intento convencer de que no quiero salir al pasillo, ya le he dicho antes que tengo que dejar en paz a Diego, pero no me hace ni caso... Y aunque sé que no va a salir al pasillo, sigo mirando a su clase esperando a que venga y siquiera me diga “Hola”. 
Entro a clase. Matemáticas. Sistemas de ecuaciones, con aquella profesora "sustituta" que no paraba de gritar. Y no me puedo distraer, por mucho que me acuerde de Diego. Tengo que mejorar en mates. Y, aunque me intento concentrar en lo que mi madre ha definido infinidad de veces como "lo mejor del álgebra", no hay manera. Sigo con remordimientos por lo de Diego... Y, sin darme cuenta, termina la clase de mates y tengo que ir a música. Cojo toda la mochila. Llevo dos semanas llevando en la mochila las partituras de piano en un deseo diario de que la profesora me deje quedarme en el recreo en el aula para practicar. Nunca le he preguntado si me podía quedar. Creo que vamos a tocar en flauta la banda sonora de una de Piratas del Caribe, pero nunca se sabe lo que se va a hacer en esa clase. Habrá que soportarlo, aunque solo sea por ver por la ventana a Diego jugando al hockey en E.F. . Es es el único momento de la semana en el que puedo mirarle "libremente", hay que aprovechar, aunque me esté helando como hoy.


–Pero ponte delante, al lado del radiador – me dice la profesora–.
–No, no, estoy bien, ahora enseguida se me pasa.


Poco después, Laura, me dice:


–Héctor, si tanto frío tienes, ¿por qué no te sientas delante junto al radiador, que así no tienes frío?
–Emm... si no es nada... es que ahí delante no veo la pizarra bien...– intento improvisar–.
–Ah, ya. Es por Diego, ¿no?
–...Sí... Es que ahora tienen Educación Física en el C y...
–Ya, ya, Héctor, ya.


¡Mierda! Se ha puesto al fondo del campo de fútbol sala... solo le he podido mirar tres o cuatro veces...
Se acaba la hora de música, en la que me he pasado mirando por la ventana, hasta que la maldita profesora me ha dado un susto de muerte cuando a bajado todas las persianas de la clase para poner fragmentos de pelis, y llega el recreo. Un recreo que va a cambiar (y mucho) la vida de los dos, empezando por Elena...
Me siento en un banco, por supuesto de espaldas a Diego. (¿Tengo que volver a repetirlo de dejar de agobiarle?) Pero Elena quiere "caminar". O simplemente que me de media vuelta, que según ella parezco un "margi". Termino cediendo, para variar. Y veo que, como todos los recreos, un grupo de chicos de 3º. De uno de ellos me "enamoré" en los momentos en los que dudaba de si amaba o no a Diego. Le conté (de nuevo) la historia del día 29 de marzo, en que me juntaron (estaba solo en mi clase) con la suya (estaban solo su "grupo") y a otros de Bachiller. Pronto esos últimos se fueron y poco después también los anteriores. Volví a mi clase, y me puse a mirar por la ventana, buscándole. Estaba jugando al fútbol. Sin sudadera. Pero ese tiempo se acabó porque aparecieron dos de mi clase que estaban dando vueltas por los pasillos a molestar. Pero a lo que iba. Les veíamos todos los recreos, así que no entiendo por qué, con el "historial" que lleva, Elena no se había fijado en él. Hasta ese justo momento. En cuanto pasa por delante de nosotros, Elena me hizo levantarme y le va a preguntar a unas chicas de 3º cómo se llama. «–¿Cuál, el de la sudadera blanca? –Eee...sí, ese. –Ah, vale, se llama Diego» Genial. Otro Diego más a la lista.
Del resto de las horas del día no se puede contar mucho, tengo MAE, francés y tutoría. Poco antes salir, le pido a Álvaro que se dé prisa en recoger sus cosas. No quiero pasar por delante de Dieguichu. Así que, nada más sonar el timbre, los dos salimos de clase y nos encontramos con Elena que ya viene de camino. En cuanto pasamos por delante del C, me pongo prácticamente a correr, y poco después Ivy grita “¡Héctor, ¿te has enfadado por lo de Diego? Ooooh, que mal te sientan los nos!”. Me dan ganas de darme media vuelta para decirle algo, pero si Ivy ya ha salido de clase es porque a Diego ya le queda poco para hacer lo mismo, y además no se me ocurre nada con qué responderle. No soy muy "rápido" en estas cosas, todo hay que decirlo. Pero salimos al patio, el cual tenemos que atravesar para salir del instituto, junto con Carmen, que se nos une siempre en la puerta del edificio. Elena se empeña en esperar a que Diego (el de 3º) salga. Y, en cuanto le vemos, aunque poco antes haya salido Dieguichu, se dirige hacia él, que ha salido por la puerta del porche que une el edificio con el gimnasio y el patio. Se separa de nosotros y le dice algo. Eso provoca que él "empuje" a uno de los de su grupo (que son 4 ó 5) para hablar con ella. Dejo de mirar hacia ellos (prefiero enterarme después que darme contra una farola) y al poco tiempo re-aparece Elena sonriendo como nunca la había visto. Según ella, le ha dicho que le gusta, y él a respondido un “Vale”. Casi nos lo creemos ninguno de los cuatro presentes.


16/4/2012-Lunes
(Punto de vista de Elena)

¡Vaya día más movidito!
A primera hora, bueno, al ir caminando al insti con Héctor, se nos notaba dormidos, es que los lunes son muy malos, como ya se supone. Llegamos al insti y nos pusimos en el radiador de enfrente de su clase, como todas las mañanas. Empecé a hacer un poco el tonto con él, pero no dejaba de mirar al pasillo. ¿A qué estaría mirando? Cómo no, miraba a ver si venía Diego. Os preguntaréis quién es Diego, pues es el chico que hace latir rápido el corazón del "pequeño" Héctor. Digamos que está enamorado de él (Digamos no, está enamorado de él).
Yo ya estaba acostumbrada a que él estuviera todo el rato mirando a "Dieguichu", que es como le llamamos para distinguirle de otro Diego, el cuál va a mi clase.
Acerca de mis amores, no puedo decir mucho, solamente que soy muy enamoradiza, y que hoy, más adelante, os daréis cuenta de que lo que os digo es lo más sincero que se puede decir.
Vimos aparecer al chico alto, moreno, de ojos marrones, el famoso Diego. La mirada de Héctor, la de siempre que le veía. Este chico siente algo verdadero por él, pensé.
Tocó el timbre, me fui a E.F y él a Lengua. Bajé al gimnasio, hoy tocaba expresión corporal, así que nos mandaron hacer un gesto sobre lo que habíamos hecho en las vacaciones. Como yo no podía abrazar a Héctor  para demostrar lo que había hecho, pues hice el gesto de dormir, cosa que no hice en todas las vacaciones, porque me dormía tardísimo, pero bueno. Luego nos pusimos por grupos y representamos una historia. Me tocó en el grupo con Marcos Mariño, uno de mis "antiguos amores", y  con Dani Manzanal, el mejor amigo de Dieguichu. Coincidencias, por todos lados. Es un chico de ojos azules, pelo entre negro y castaño, tenía un toque... "perfecto". Cómo no, otro de mis amores ya mencionados. En la historia me tocó hacer de llama, y de "flor feliz". Lo pondré en mi curriculum a ver si me contratan en algún sitio,como ingeniera!! (claramente, para el que no lo entienda, ironía).
Pasó la hora, y llegó el momento de marchar del gimnasio. Subí a clase de Héctor, porque me había dicho que le iba a pedir quedar a Dieguichu, y eso yo no me lo perdía. Me dijo que no se lo iba a pedir todavía, que en tercera lo diría. No me convención mucho, pero lo acepté.
Me fui a sociales, hora en la que hice los deberes de lengua y escuché música. Gracias Isi!!(el profesor, muy majo).
Fin de la hora, corrí hacia la clase de Héctor, y le dije que fuera ya, que lo había dicho. Él no cumplió lo que dijo y se marchó a E.F, y yo me enfadé, poco, pero algo. Fui a inglés, con Nieves, también llamada "la yonqui". Me rompió una hoja en la que ponía "te amo David". Otro amor, sí, pero este trae tras él una historia muy larga que no contaré ahora, no viene a cuento.
Se pasó la hora, al recreo. Todo el recreo mirando a Dieguichu, cómo no, pero él nos miró muchas veces, nos pareció raro, y nos montamos nuestras estupideces, pero con ello pasó el tiempo, y se acabó el recreo, sólo puedo contar eso que sea interesante. Él no se atrevió a decirle nada, como suponía, pero bueno, lo peor estaba por llegar. Fuimos a clase, me tocaba mates, y se me ocurrió una locura. Le escribí una carta a Dieguichu pidiéndole salir. Sí, como leéis. Estuve toda la clase sin prestar atención a los prismas, ni a las pirámides, demasiado aburrido para mí, pensé. Una hoja de extensión, tenía la dichosa carta. Fin de la clase, fui a clase de Héctor y se la enseñé de pasada, volví a mi clase, pero me encontré con Ivy, una amiga de Diego, a la que le dí la carta para que se la diera a Diego. En menudo marrón me había metido...
Ahora tocaba lengua, hora en al que la profesora nos contó su vida, como todos pensábamos. Que si Italia, que si machismo... Cosas así. Esa hora fue "entretenida", aunque me la pasé haciendo un grafitti de Dieguichu en una hoja. Timbre, salí a clase de Héctor para pasar por delante de 2ºC, clase de Dieguichu, e Ivy, al estar yo al lado de Pablo, me dijo que Diego no quería saber nada de nosotros, que le dejáramos en paz. A Pablo le dijo otras cosas, que yo no alcancé a escuchar. Mazazo sentimental para él, dolor superficial para mí. Me fui a música, una asignatura divertida, y se pasó la hora volando. Y 2:30, fin de las clases. Fui con Héctor, y se le notaba raro, como enfadado. Íbamos con otro chico, Álvaro, un entrometido a veces, pero buena gente. En cuanto nos separamos de él, le saqué una foto a un pato en un estanque (la foto salió mal, fatal), y hablé con él a solas. Sospechas confirmadas. El cúmulo de personas que le insultaban en nombre de Diego, Ivy, y un chico llamado también Héctor, era pura presión. Estaba harto de todo. Hablé con él en la puerta de su casa, hasta que llegó su hermana. Marché, vaya mañana.

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